2419 "La
revelación cristiana...nos conduce a una comprensión más profunda de las leyes
de la vida social" (GS 23,1). La Iglesia recibe del evangelio la plena
revelación de la verdad del hombre. Cuando cumple su misión de anunciar el
evangelio, enseña al hombre, en nombre de Cristo, su dignidad propia y su
vocación a la comunión de las personas; y le descubre las exigencias de la
justicia y de la paz, conformes a la sabiduría divina.
2420 La Iglesia
expresa un juicio moral, en materia económica y social, "cuando lo exijan
los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas" (GS
76,5). En el orden de la moralidad, la Iglesia ejerce una misión distinta de la
que ejercen las autoridades políticas: ella se ocupa de los aspectos temporales
del bien común a causa de su ordenación al soberano Bien, nuestro fin último.
Se esfuerza por inspirar las actitudes justas en el uso de los bienes terrenos
y en las relaciones socioeconómicas.
2421 La doctrina
social de la Iglesia se desarrolló en el siglo XIX cuando se produce el
encuentro entre el evangelio y la sociedad industrial moderna, sus nuevas
estructuras para producción de bienes de consumo, su nueva concepción de la
sociedad, del Estado y de la autoridad, sus nuevas formas de trabajo y de
propiedad. El desarrollo de la doctrina de la Iglesia en materia económica y
social da testimonio del valor permanente de la enseñanza de la Iglesia, al mismo
tiempo que del sentido verdadero de su Tradición siempre viva y activa (cf. CA
3).
2422 La enseñanza
social de la Iglesia comprende un cuerpo de doctrina que se articula a medida
que la Iglesia interpreta los acontecimientos a lo largo de la historia, a la
luz del conjunto de la palabra revelada por Cristo Jesús con la asistencia del
Espíritu Santo (cf SRS 1; 41). Esta enseñanza resulta tanto más aceptable para
los hombres de buena voluntad cuanto más inspira la conducta de los fieles.
2423 La doctrina
social de la Iglesia propone principios de reflexión, extrae criterios de
juicio, da orientaciones para la acción: Todo sistema, según el cual las
relaciones socia les estarían determinadas enteramente por los factores
económicos es contrario a la naturaleza de la persona humana y de sus actos (cf
CA 24).
2424 Una teoría
que hace del lucro la norma exclusiva y el fin último de la actividad económica
es moralmente inaceptable. El apetito desordenado de dinero no deja de producir
efectos perniciosos. Es una de las causas de los numerosos conflictos que
perturban el orden social (cf GS 63,3; LE 7; CA 35).
Un sistema que
"sacrifica los derechos fundamentales de la persona y de los grupos en
aras de la organización colectiva de la producción" es contrario a la
dignidad del hombre (cf GS 65). Toda práctica que reduce a las personas a no
ser más que medios de lucro esclaviza al hombre, conduce a la idolatría del
dinero y contribuye a difundir el ateísmo. "No podéis servir a Dios y al
Dinero" (Mt 6,24; Lc 16,13).
2425 La Iglesia ha
rechazado las ideologías totalitarias y ateas asociadas en los tiempos modernos
al "comunismo" o "socialismo". Por otra parte, ha reprobado
en la práctica del "capitalismo" el individualismo y la primacía
absoluta de la ley de mercado sobre el trabajo humano (cf CA 10, 13.44). La
regulación de la economía únicamente por la planificación centralizada
pervierte en la base los vínculos sociales; su regulación únicamente por la ley
de mercado quebranta la justicia social, porque "existen numerosas
necesidades humanas que no tienen salida en el mercado" (CA 34). Es
preciso promover una regulación razonable del mercado y de las iniciativas
económicas, según una justa jerarquía de valores y atendiendo al bien común.